El personaje de Sarah Chapman existió realmente y su historia es muy parecida a la que vemos en la secuela de Netflix.
Enola Holmes 2 comienza poco tiempo después de los eventos de la primera película, Enola (Millie Bobby Brown) acaba de abrir su propia agencia de detectives y, justo cuando cree que nadie la va a contratar, porque prefieren a su hermano mayor, recibe a su primer cliente y con esto su primer caso oficial.
La historia comienza cuando Enola es contactada por una niña que su hermana, que trabaja en una fábrica de cerillos, desapareció sin dejar rastro, y que está convencida de que algo muy malo le tuvo que haber sucedido, ya que ella jamás la dejaría sola.
Con las pocas pistas que tiene, Enola comienza a investigar, se infiltra en la fábrica de cerillos y descubre que hay algo extraño con la desaparición de Sarah Chapman, y el caso parece estar conectado con una conspiración que Sherlock Holmes (Henry Cavill) está investigando, lo que lleva a los hermanos a trabajar juntos.
Pronto, Enola se da cuenta de que Sarah descubrió un secreto conectado con la fábrica en la que trabajaba y con una serie de figuras poderosas, que podrían estar detrás de su desaparición y que están decididos a hacer todo lo posible con tal de silenciarla y evitar que lo que encontró salga a la luz.
Sarah descubrió que un nuevo material que usan en la fábrica de cerillos está enfermando y matando a las trabajadoras, y su desaparición fue un intento por evitar ser capturada antes de poder revelar la verdad y ayudar a sus compañeras.
Enola Holmes 2: quién fue Sarah Chapman
De acuerdo con el East End Women’s Museum, Sarah tenía 6 hermanos y todos ellos recibieron cierto grado de educación, lo que era raro para una familia de clase trabajadora de la época (ella nació en 1862), pero tanto ella, como su madre y sus hermanas comenzaron a trabajar en una fábrica llamada Bryant and May.
De acuerdo con el museo, Sarah trabajaba llevando los libros de la compañía y recibía un buen sueldo, y esto la llevó a darse cuenta de que sus compañeras no tenían un sueldo justo, que trabajaban demasiadas horas al día y que las condiciones de trabajo eran inhumanas, y que muchas de ellas estaban frustradas y agotadas.
Entonces, el 5 de julio de 1888, Sarah Chapman se convirtió en una de las líderes de una huelga, donde 1400 mujeres y niñas que trabajaban en la fábrica, y 200 más de otra fábrica cercana, decidieron marchar y parar de trabajar para demostrarle a sus jefes que no iban a permitir que los malos tratos continuaron.
Sarah era parte de las organizadoras de la huelga y, mientras sus compañeras se encontraban marchando, ella y otras dos mujeres (Mrs Mary Cummings y Mrs Naulls) se presentaron ante sus jefes para presentar sus demandas.
Con esto, se formó un sindicato de trabajadoras, se llegó al acuerdo de que todas las mujeres de la huelga serían aceptadas de vuelta al trabajo, que recibirán un algo justo, o al menos equivalente al de los hombres, además de que tendrían que darles a las trabajadoras un espacio para comer y una serie de cajas para que no tuvieran que cargar los cerillos que vendían sobre sus cabezas.
La huelga y el sindicato ayudaron a mejorar las condiciones de trabajo de miles de mujeres en todo el país, y Sarah se convirtió en una figura clave en la historia, que actualmente sigue siendo un referente en la lucha por conseguir tratos más justos.