Silencio a las puertas de la fábrica
Es una tarde de octubre. La puerta 17 de la planta de VW cientos de trabajadores la atraviesan a partir de las 14 horas, tras terminar su turno de mañana.
Mientras se dirigen al enorme aparcamiento exterior de la fábrica, su estado de ánimo parece apagado.
En las últimas semanas, ha habido una intensa cobertura mediática de los problemas de VW. La mayoría de los empleados no está de humor para responder una y otra vez la misma pregunta.
Uno de ellos dice que, por supuesto, los trabajadores temen por sus empleos. Otro añade que lo único que pueden hacer ahora es seguir confiando en el futuro de la fábrica.
“Hemos sobrevivido a muchas crisis, también sobreviviremos a esta”, afirma.
Con una renta media de 5.238 euros ($5.352.00 pesos chilenos, aproximadamente), Wolfsburgo tiene una de las poblaciones urbanas más ricas de Alemania, sólo superada por los habitantes de Ingolstadt, donde se encuentra la sede del fabricante de automóviles Audi.
Los tiempos cambian
Los impuestos que gravan los enormes beneficios de VW han hecho de Wolfsburgo una ciudad rica, que ahora muestra signos de declive económico.
El centro, rodeado de amplias calles con numerosas plazas de aparcamiento, está desierto en esta soleada tarde. Hay pocos transeúntes y los escasos cafés y bares del bulevar no están tan concurridos como cabría esperar un cálido día de octubre.
Djuliano Saliovski dice que, no hace mucho, sus clientes solían venir a cenar una vez a la semana, pero ahora solo acuden una vez al mes. Refugiado de Kosovo, Saliovski y su mujer abrieron hace varios años un hotel con restaurante en Wolfsburgo. Son muy populares entre sus clientes, a la mayoría de los cuales saludan personalmente por sus nombres.
Según dice, la pandemia de hace dos años ya redujo considerablemente el número de cenas y reservas de hotel, “pero ahora, son aún menos”. En esta época, ya tendría que haber muchas reservas para Navidad, pero este año no es el caso.
Cada vez menos turistas
Los gloriosos días de la producción automovilística en Wolfsburgo están expuestos en el Museo Volkswagen.
Ahí se exhiben todos los modelos más populares de la compañía, incluido el famoso “escarabajo”, que se produjo más de un millón de veces entre 1938 y 2003. También el minibús VW, el vehículo favorito de la generación flower-power alemana de finales de los 60.
El museo es visita obligada para los turistas. Más de 300.000 acuden cada año a conocer Wolfsburgo.
También la llamada “Autostadt” (ciudad del automóvil) es un punto de atracción: un parque temático del automóvil, con 28 hectáreas, que ofrece una visión del “mundo de la movilidad”.
Un taxista dice que cada vez menos turistas vienen a visitar Wolfsburgo y señala que, hace varios años, las compañías de taxis “apenas podían hacer frente a la demanda de turistas y viajeros de negocios”.
El taxista de Wolfsburg tiene una opinión clara sobre Volkswagen y su liderazgo mundial en la era de los motores de combustión: “Esos tiempos ya pasaron”, sentencia.