Los investigadores descubrieron que aquellos con peor calidad de sueño eran más propensos a creer la versión conspirativa de los hechos.
Un segundo estudio con 575 participantes amplió estos hallazgos al investigar los mecanismos psicológicos subyacentes que explican el vínculo entre la mala calidad del sueño y las teorías conspirativas.
Los resultados mostraron que tanto la mala calidad del sueño como el insomnio estaban positivamente vinculados con la aceptación de estas creencias, y la depresión emergió como un mecanismo. La ira y la paranoia también desempeñaron un papel, pero sus efectos fueron menos consistentes.
Daniel Jolley, profesor adjunto de Psicología Social, dirigió el equipo de investigación y explica: “El sueño es crucial para la salud mental y el funcionamiento cognitivo. Se ha demostrado que la falta de sueño aumenta el riesgo de depresión, ansiedad y paranoia, factores que también contribuyen a las creencias conspirativas. Nuestra investigación sugiere que mejorar la calidad del sueño podría servir como factor protector contra la propagación del pensamiento conspirativo“.
Estos hallazgos resaltan el potencial de las intervenciones centradas en el sueño para mitigar la susceptibilidad a las teorías conspirativas. Al abordar la calidad del sueño, las personas pueden estar mejor preparadas para evaluar críticamente la información y resistirse a las narrativas engañosas.